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La Esposa del Ruso by Bella Hayes

Capítulo 15
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Capítulo 15

Faltaban diez días para la boda cuando fueron a comprar su vestido de novia. Ivanna había tratado de

llevarla con un diseñador exclusivo, pero por un motivo u otro le había dado largas, por lo que tuvieron

que ir a una tienda que vendía trajes de novia ya confeccionados.

Sus hermanas, Catherine, la primera esposa de su padre, Gema y Rania la acompañaron, sin embargo,

la tristeza la invadió al pensar que su madre, la persona que más la había amado no estaría presente

para verla vestida de novia. ¡Cuánto la extrañaba! Y, en los días especiales, la añoranza la consumía.

Estaba en el probador con la asistente, probándose un traje de los que habían seleccionado. Era

sencillo, tipo sirena, de tirantes y con flores bordadas en la falda. Era bonito, pero en realidad le daba

igual, su boda era un matrimonio concertado donde debía cumplir con la obligación de casarse por lo

que su entusiasmo era casi nulo. Ante Ivanna y Katerina disimulaba un entusiasmo que estaba lejos de

sentir, Mikhail les había hecho creer que estaban ansiosos por casarse y no quería romper con la

alegría de sus hermanas. Tampoco quería que su hermano se enterara de que se sacrificaba por él. No

quería hacerlo sentir culpable, porque la culpa era un sentimiento que te carcomía por dentro y Karlen

era lo que ella más amaba y daría lo que fuera por saber que él estaba protegido y era feliz. Su orgullo

también jugaba un papel muy importante en la obra que era su boda, por ningún motivo permitiría que la

familia de su prometido pensara que, de haber tenido elección, él la habría dejado. Salió del probador

hacía la salita donde esperaban sus hermanas y, al entrar, se llevó la sorpresa de su vida. Las tías

Alexandra y Tatiana estaban allí y habían traído con ella a Agata la esposa de Dimitri y a Alexa.

-Hola, Jelena -La saludó Alexandra con mucha alegría antes de acercarse y darle un abrazo apretado -

me alegra mucho de verte -Agregó separándose de ella para mirarla – Tenía tantas ganas de verte

vestida de novia. -¡Tía Alexandra! Gracias por venir a acompañarme. -No me lo perdería por nada del

mundo. -Vamos, Alexandra, no acapares a la niña que yo también quiero abrazarla – dijo la tía Tatiana.

A estas alturas Jelene tenía los ojos sospechosamente húmedos. -Tía Tatiana, qué gusto volver a verte

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-dijo la chica antes de caer en los brazos de la anciana. -Déjame verte, niña -dijo Tatiana separándola

de su cuerpo. -¡Estás hermosísima! -Gracias, tía.

Agata, la esposa de Dimitri se acercó:

-Hola, Jelena, es bueno volver a verte.

-Hola, Agata, lo mismo digo, gracias por venir a acompañarme y traer a las tías.

–No me lo perdería por nada del mundo, además quería darte la bienvenida a la familia

Kuznetsov, o por lo menos al equipo femenino -dijo en broma, porque en esa familia, la mayoría eran

hombres.

Las niñas de la familia también estaban allí, Darya, la hermana pequeña de Mikhail y Sarah, la hija

menor de Ivanna. Ellas serían parte de su cortejo.

Lo que antes le pareció una obligación, en ese momento se le antojó una fiesta, alguien había

organizado una pequeña celebración, con champaña y vino, además de canapés y pequeños pasteles

dulces, todo estaba colocado en una mesa hermosamente decorada y a los lados estaban dos chicas

para atenderlas.

Hacía años que no veía a las tías, las había evitado como al resto de los Kuznetsov, durante un

momento Jelena se había aferrado al abrazo de Alexandra tratando de contener la emoción, y recordó

lo bien que la había tratado. Jelena sintió las lágrimas asomar a sus ojos ante la aceptación y el cariño

que le demostraron.

El día triste se transformó en uno alegre. Aunque aún extrañara a su madre, la algarabía de las mujeres

y las sonrisas de sus hermanas le dieron el entusiasmo para que se probara infinidad de vestidos hasta

lograr encontrar el traje de sus sueños. Era de manga larga, con un escote redondo, tipo princesa,

cubierto de miles de cristales de Swarovski[1]. Alexandra pidió un velo largo, Jelena la miró con

curiosidad cuando la tía salió tras la asesora, regresaron con un hermoso velo sujeto por una tiara

bellísima.

-La tiara es un regalo que te envía Mikhail, la escogió el personalmente y me pidió que te ayudara a

escoger un velo que combinara con ella, es de oro blanco con diamantes y es parte de tu regalo de

bodas. El resto te lo entregará personalmente mi sobrino.

-Es muy hermosa -dijo con voz estrangulada-, muchas gracias. -Tan hermosa como tú. No me

equivoqué cuando le dije a Mikhail que serías la más hermosa de las tres. -¿Cuándo fue eso? -preguntó

curiosa. -El día que llegamos a Inglaterra, cuando reíste al ver al hijo de Ivanna.

-¿Y que respondió Mikhail?

-Que estaba seguro de que así sería porque ya eras bonita, pero que tu sonrisa iluminaba tus facciones

y él haría todo lo posible por hacerte feliz.

«Mentiras, todo es una mentira>>, pensó. Esperaba que el engaño proviniese de Mikhail y no de la tía,

apreciaba a Alexandra y no quería que ella la engañara para favorecer a su sobrino.

***

Al día siguiente, Mikhail tenía una cena de negocios con el señor O‘Brian. Jelena enseguida pensó en la

posibilidad de que Beatriz estuviese presente, así que le dijo a su prometido que le gustaría

acompañarlo. Mikhail accedió complacido, desde el viaje Jelena había estado un poco esquiva, y le

gustó que ella buscara acercarse a él. Cuando pasó a recogerla quedó deslumbrado, de nuevo era

Katia la seductora.

Su vestido era tipo Jessica Rabbits[2], de corte strapless(3), en color rojo oscuro, ribeteado con pedrería

negra, delineaba cada curva de su cuerpo. Una abertura en la pierna mostraba hasta la mitad de su

muslo, unos manolos negros estilizaban sus piernas y, un chal del mismo color en

tela transparente cubría sus hombros. Estaba de infarto, el deseo hizo presa de él. ¿Cómo diablos iba a

concentrarse en los negocios con semejante seductora?

Llegaron al hotel donde se encontraba el exclusivo restaurante en el que cenarían, invitados por el

señor O ́Brian. Jelena iba del brazo de Mikhail admirando la exquisita decoración del lugar, sin

percatarse de que todos los ojos de los hombres estaban puestos en ella. En cambio, su prometido sí se

dio cuenta de todas las miradas que recorrían el cuerpo de su mujer y frunció el ceño en señal de

disgusto, buscó los ojos de Jelena y la vio mirando embelesada unos frescos en el techo, sonrió ante su

arrobo y decidió que ella no buscaba atención masculina,

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Al llegar a la mesa Jelena sonrió con suficiencia al mirar a Beatriz, la mujer lucía un espectacular vestido

largo, negro y sostenido por finos tirantes en pedrería, que se cruzaban en su espalda y llegaban hasta

sus caderas, el escote era bastante generoso. Jelena había estudiado cada aspecto y gesto de esta

mujer en las fotos que salían en la prensa y estaba segura de que trataba de conquistar a Mikhail,

siempre había salido luciendo trajes bonitos pero muy recatados, el que portaba hoy gritaba que trataba

de hacerle la competencia. Además de eso, había cortado su largo cabello negro a la altura de los

hombros y pintado sus puntas en rojo, lo que la hacía lucir como un duendecillo muy sexy. «Bien, si

quiere competir, hoy le demostraré que yo siempre juego a ganar», pensó Jelena con malicia. Mikhail

miró a Beatriz con el ceño fruncido preguntándose qué diablos estaba pasando allí. Su asistente estaba

vestida para deslumbrar y, aunque a él personalmente le gustaba ese tipo de ropa, esa era una cena de

negocios a la que ella había ido a trabajar. Definitivamente no era una vestimenta adecuada para que

una asistente vistiera para la ocasión. Hasta ahora Beatriz siempre se había arreglado adecuadamente

para este tipo de eventos así que le sorprendió lo ocurrido, tendría que hablar con ella, más aún cuando

vio que Peter, el hijo de su anfitrión, se la estaba comiendo con los ojos. Jelena sonrió suavemente al

ver que Mikhail miraba a Beatriz con el ceño fruncido. Al parecer no era mucho lo que tendría que

esforzarse para dejar clara su posición, de lo único de lo que tendría que ocuparse era de que su

prometido tuviese ojos solo para ella y para eso lo único que necesitaba era tocarlo. Paseó la mirada

por la mesa y sonrió cuando se encontró con los ojos de Patrick O’Brian, el hombre le caía bien, era un

señor entrando en los sesenta años, muy amable y con expresión risueña, le recordaba a Papá Noel por

su corpulencia y sus ojos azules. Miró al joven sentado a su lado, palideció y quiso que la tierra se la

tragara. Benjamin O’Brian, el último hombre al que había besado por despecho. La sonrisa era

sardónica cuando la saludó.

– Jelena, querida, qué agradable sorpresa volvernos a encontrar.

(1) Es una marca de productos de lujo fabricados con cristal tallado cuyo propietario es Swarovski AG,

con sede en Wattens (Austria). [2] Personaje ficticio de la película ¿Quién engañó a Roger Rabbit?,

Jessica es reconocida como un símbolo sexual de la animación, [3] Sin tirantes