Capítulo115
Después de todo, Rodrigo era un experto en coquetear con las mujeres.
-¿Esta vez realmente quieres tener una fractura? -preguntó Clara con los dientes apretados, su
mirada clara mostraba un aura asesina.
Rodrigo se alejó rápidamente, retrocediendo dos pasos fingiendo inocencia. —Irene, solo estaba
bromeando contigo, no seas tan feroz… Además, al fin y al cabo, ¿no soy una víctima? Me has
golpeado y me has insultado, mi ropa está arruinada. Al mediodía tengo que almorzar con mi
madre, no le gustará verme así. Dejando eso de lado, ¿puedes al menos ayudarme a conseguir un
cambio de ropa?
Clara también pensó que se había pasado un poco.
Después de todo, en comparación con Alejandro, Rodrigo era bastante razonable. La última vez,
cuando Beatriz y su pandilla la intimidaron, Rodrigo también la defendió. Ella apreciaba esos
pequeños favores.
-Déjame que mi secretaria te prepare un conjunto de ropa nueva y te proporcione una habitación para
que puedas asearte y descansar, ¿está bien para ti? -dijo Clara con calma, pensando en todo.
-Eso sería molesto, hay un centro comercial cerca de aquí. ¿Puedes acompañarme a comprar un
conjunto? No puedo garantizar que me guste lo que elija tu secretaria -dijo Rodrigo, con una
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sonrisa en el rincón de su boca, sus ojos llenos de expectativas. -Si es posible, me gustaría que tú,
Irene, personalmente me elijas un conjunto.
Clara sintió que este tipo no podría hacer ningún truco frente a ella, así que estuvo de acuerdo.
Clara condujo sola y llevó a Rodrigo al centro comercial.
Durante todo el camino, ella condujo rápido, manejando las curvas con facilidad y suavidad,
llegando al estacionamiento en un abrir y cerrar de ojos, lo que normalmente tomaría veinte
minutos se hizo en diez.
Rodrigo no cerró la boca en ningún momento.
-Baja del coche, date prisa -dijo Clara, desabrochando su cinturón de seguridad y abriendo la puerta
del coche sin expresión alguna. -Tú, Rodrigo, eres una persona adinerada y ociosa, pero yo
tengo trabajo que hacer, tengo un montón de cosas esperándome.
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-Irene, ¡tienes habilidades de conducción asombrosas!
-Si, antes de conocer a Alejandro, solía ser taxista, tengo mucha experiencia -respondió Clara
antes de bajarse del coche.
Rodrigo tenía nombre en el mundo de las carreras clandestinas, y enseguida supo que esta mujer
tenía habilidades de conducción extraordinarias, no era alguien común. O 1
El hombre curvó los labios, cada vez encontraba a Irene más interesante.
Llegó el lunes. El centro comercial no estaba lleno de gente.
Sin embargo, incluso en esas circunstancias, la presencia de Clara y Rodrigo, ambos destacando,
atrajo la atención de los demás.
Rodrigo sonreía con picardía en los ojos y en las comisuras de los labios. -Irene, vine al hotel para
verte. Tenía miedo de que los periodistas te molestaran después de que te volvieras un tema
candente en los medios…
-Recuerdo que te gusta vestir YSL -dijo Clara con indiferencia, mirando hacia adelante.
-¿Cómo lo sabes?! -exclamó Rodrigo.
-Desde la primera vez que te vi, llevabas un vestido de alta costura de YSL, y también cuando
hablaste en la gala benéfica, llevabas un conjunto de alta costura de YSL -explicó Clara.
-¿Ah, sí? Parece que me observas bastante detenidamente -Rodrigo levantó una ceja y se sintió
complacido en su interior.
-Pero hablando en serio, YSL se ajusta bien a tu estilo -comentó Clara con indiferencia.
-Aquí no tienen los vestidos de alta costura que sueles usar, solo tienen ropa lista para llevar.
Tendrás que conformarte dijo ella.
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-No importa. Si los compras tú, me gustarán -dijo Rodrigo con una sonrisa en los labios.
Clara no le prestó atención y entró directamente en la boutique.
Los empleados, al ver a una cliente tan importante, brindaron un servicio atento y diligente.
-El dinero no es un problema. Rodrigo, elige lo que te guste -dijo Clara mientras se sentaba
despreocupadamente en el sofá, cruzando las piernas. Sus pantalones ajustados delineaban sus
curvas de piernas encantadoras, resultando seductoramente atractivas.
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Los empleados quedaron sorprendidos, ¿quién era esta mujer tan poderosa? ¡Tenía una presencia
imponente!
Rodrigo entrecerró los ojos y pasó la lengua por su mejilla, sintiendo una emoción nueva.
Siempre fue él quien compraba cosas para las mujeres, pero esta era la primera vez que una mujer
lo llevaba a comprar y pagar. ¡Se sentía mimado!
Mientras tanto, dos mujeres vestidas lujosamente pasaron justo frente a la puerta de la boutique.
El destino tenía sentido del humor, eran Beatriz y Ana.
-¡Mamá, mira! ¡Esa es Irene, la despreciable! -exclamó Beatriz señalando con enojo hacia el interior de
la puerta de cristal, donde Irene reía y charlaba con Rodrigo.
Nunca hubiera imaginado que esta mujer mala estuviera coqueteando en secreto con Rodrigo. ¡
Este hombre mujeriego era realmente insaciable!