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¡Mi hermosa esposa es una ex convicta!

Capítulo 2899
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Capítulo 2899 Dos asistentes abandonaron el estudespués del trabajo, pero Valda Theller permaneció encorvada sobre su mesa de trabajo y continuó dibujando.

Un leve dolor en el estómago la hizo sentir incómoda. Valda Theller se levantó, se preparó una taza de té caliente y continuó trabajando.

Ahora, sólo el trabajo podía hacerla olvidar los diversos problemas de la realidad y sumergirse en la belleza del dibujo.

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Trabajó hasta que le rugió el estómago y luego volvió a levantar la vista. Ya eran más de las ocho de la noche. Luego Valda Theller recogió sus cosas, cogió su bolso y salió del estudio.

Al entrar en el ascensor, frunció el ceño ligeramente. Parecía que le dolía el estómago de nuevo. ¿Podría ser que fuera a tener que volver a la cama? ¿diarrea? Colocó su mano sobre su estómago y lo frotó suavemente.

Mientras caminaba hacia la estación de metro cercana, no se cuenta de que había un par de ojos mirándola desde la distancia.

Al entrar en la estación de metro, Valda Theller se dirigió a la máquina expendedora para comprar un billete. Parecía que le dolía más el estómago. Su mano izquierda cubrió su abdomen y su cuerpo se inclinó instintivamente. Su mano derecha tocó la pantalla para seleccionar su destino y luego planeó sacar su teléfono para pagar.

Sin embargo, cuando sacó el teléfono del bolso, el dolor hizo que su mano temblara y el teléfono se le cayó de la mano.

"¡Ah!", exclamó, pero el teléfono no cayó al suelo, sino que una hermosa mano lo atrapó.

Era la mano de Brian Hart.

Incluso sin mirarlo a la cara, Valda Theller podía reconocerlo simplemente por su mano. Después de todo, había dibujado su mano muchas veces y estaba muy familiarizada con la forma de sus dedos y huesos.

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La mano le entregó el teléfono. "¿Qué pasa? ¿Te sientes mal?" Su voz preocupada sonó en su oído.

-Gracias... respondió con cierta dificultad, cogiendo de nuevo su teléfono. Estaba a punto de utilizar el código de escaneo para pagar el billete de metro, pero Él ya la había agarrado del brazo.

"No tomes el metro. Te llevaré a casa. Mi auto está estacionado afuera".

-No... está bien. El metro es muy cómodo y no hay aglomeraciones... -dijo ella, intentando soltarse de su agare. Sin embargo, su cuerpo parecía no tener fuerzas y el estómago le dolía cada vez más.

-No te ves bien en este momento. ¡Te llevaré a casa! —insistió—. No m seas terca. Incluso si realmente quieres romper conmigo y poner un límite claro, no dejes que tu cuerpo sufra.

-Realmente no... —Antes de que pudiera terminar la frase, un om la repenting dolor punzante en el abdomen la hizo gritar de dolor. X