Al instante, Anastasia se puso pálida y, luego, tomó una carpeta del escritorio, que lanzó a la cara de
Érica. —¡Ah!… —gritó del fuerte dolor, pues la esquina afilada de la carpeta le rasgó la cara, dejándole
una cicatriz obvia—. ¡Ay! ¡Mi cara! Mi cara… —Apreciaba mucho su cara y, aunque no le salía sangre
de la herida, se sentía devastada. Cuando Elías salió del elevador, se dio cuenta de que ya era tarde y
de que Anastasia ya le había dado su lección a Érica. —Basta, Anastasia —le ordenó con voz baja. La
mujer necesitaba disciplina de vez en cuando, pues Elías temía que arruinaría su propia reputación si
continuaba. Las demás mujeres que estaban en la recepción estaban viendo el espectáculo, pero se
estremecieron y se fueron cuando vieron al presidente. No obstante, Anastasia ignoró al hombre que
vino a persuadirla. Ella se le quedó mirando a Érica y le dijo: —¿Juras que cada insulto que divulgaste
de mí es cierto? —¡Sí, lo juro! —exclamó. —De acuerdo, adelante y sigue jurando que cada palabra
Follow on NovᴇlEnglish.nᴇttuya fue cierta. ¡Si inventaste una mentira, te atropellará un coche cuando salgas del edificio! —
Anastasia estaba tan furiosa que no podía ser racional. —Yo… yo… —Érica no se atrevió a hacerlo,
pues como cualquier otro, le temía al karma y pensó: «¿Y si el cielo me castigan por esto?». Al oír
esto, Elías miró a Érica con frialdad y, al ver que tartamudeó por mucho tiempo y que no se atrevía a
jurarlo, se dio cuenta de que debió haber inventado esas historias sobre Anastasia. —¡No te atreves a
jurar por tu vida, ¿verdad?! —¡Me arruinaste la cara! ¡Se lo contaré a mamá y a papá! —De inmediato,
Érica se aferró a este asunto; al fin y al cabo, ¡su cara le ardía por la herida! —Érica Torres, renuncia
por tu cuenta y dirígete al departamento de recursos humanos ahora mismo. No necesitamos gente
que dice tonterías en la empresa —le dijo Elías, dándole una mirada fría, haciéndola estremecerse.
Ella observó al apuesto hombre que tenía al frente, sin poder creer que la había despedido en el
momento. «¡Esa perra de Anastasia Torres!», exclamó en su corazón, planeando vengarse algún día.
Tras tomar su bolso, salió de la recepción sintiéndose ofendida, sin molestarse en tramitar su renuncia
en recursos humanos. Anastasia era como una rosa ardiente con espinas por todo el cuerpo. Cuando
miró a las otras mujeres, estas se asustaron y titiritaron; después de todo, temían terminar
involucradas también. ¿Qué pasaría si Elías las despedía a todas? —Señorita Torres, no hablamos
mal de usted… —Así es, Érica fue la que esparció los rumores. Nosotras… Por supuesto que
Anastasia sabía que estaban envueltas en la propagación de esos rumores; sin embargo, como era
culpa de Érica, no dijo nada más. En cambio, se dio la vuelta y salió del edificio porque necesitaba un
tiempo a solas. Elías entrecerró los ojos y la siguió de inmediato, temiendo que hiciera algo
impensable al no estar en su sano juicio. En efecto, Anastasia no era ella misma. Ella alzó la cabeza
para mirar el semáforo peatonal verde que tenía enfrente, pero justo cuando dio un paso, el semáforo
se puso en rojo al instante. Por fortuna, un brazo fuerte la agarró y la hizo retroceder hasta la orilla de
Follow on Novᴇl-Onlinᴇ.cᴏmla calle. Con voz frustrada y enfadada, escuchó de cerca a Elías, quien le gritó: —¿Estás tratando de
morir? Como respuesta, ella lo volteó a ver y se burló de sí misma: —¿No les creyó también sus
mentiras? Trabajé como anfitriona y complací a muchos hombres. Soy una mujer asquerosa, así que
no me toque si no quiere ensuciarse las manos. Elías la tomó de los delgados hombros al entrecerrar
los ojos. Aunque sabía que ella solo lo decía porque estaba molesta, se enfureció al escucharla.
Luego, la regañó: —¡No puedes rendirte! De repente, Anastasia estaba diciendo tonterías frente a él.
Sus ojos claros y redondos se abrieron al añadir con seriedad: —¡Soy sucia! Otros hombres me han
tocado, así que ¡júzgueme todo lo que quiera! Yo… Antes de poder terminar de hablar, sintió una
palma grande que le sostenía la cabeza, mientras que la otra estaba en su cintura. Luego, sintió cómo
le cubrieron los labios mentolados de esa persona cuando Elías la besó. En ese momento, estaban de
pie junto a la carretera, llena de tráfico, por la que la gente iba y venía. Con esto, la forzó a que se
besaran.