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Capítulo 253
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Capítulo 253

Amelia abrazo a su pequeña con ternura y mientras pasaba su mano por la espalda de la niña, susurró en su oido con dulzura

“Tranquila mi amor, mamá está aqui.”

Li suavidad de sus palabras fue calmando poco a poco a la niña.

El sonido de los sollozos en su pecho empezó a cesar.

Sin embargo, Serena no se levantó, sino que se aferró caprichosamente a Amelia, reacia a dejar la comodidad de sus brazos.

Amelia no la apuró, simplemente la sostuvo en silencio, dejando que su hija se acurrucara a su gusto.

Después de un rato, Serena finalmente levantó la cabeza con esfuerzo, sus ojos y nariz todavía lucían algo rojos y su boquita seguía puchereando, pero las lágrimas habían cesado.

Amelia sacó un pañuelo y con cuidado secó las últimas lágrimas de las mejillas de la niña, antes de mirarla y preguntar con voz suave. ¿Te ha pasado algo que te hizo sentir mal?”

Serena dudó un momento, como si estuviera procesando las palabras “sentir mal”, luego asintió con la cabeza. “¿Qué fue lo que te hizo sentir así?”, preguntó Amelia.

Serena la miró con una expresión un poco perdida, sin saber cómo explicarlo.

Ella la miro con ánimo, sin prisa.

Serena había desarrollado habilidades lingüísticas muy temprano.

Tanto Frida como Marta siempre habían sido conscientes de entrenar y desarrollar su habilidad para hablar, enseñándola pacientemente a comprender el mundo y a expresarse.

Tanto Amelia como Dorian eran personas con buena educación y excelente memoria, Serena parecía haber heredado esas cualidades, mostrando incluso un potencial para superarles, con una capacidad de expresión y memoria superiores a las de los niños de su edad.

Pero cuando se trataba de expresar emociones complejas, obviamente aún no era muy hábil.

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Después de pensar por un rato, dijo con cierto tono de tristeza: “El señor…”

Amelia sintió un sobresalto y pregunto con suavidad: ¿Viste al señor bonito otra vez?”

Serena asintió: “Si.”

Amelia preguntó: “¿Jugaste con el señor bonito?”

La niña asintió de nuevo: “Si, jugamos.”

Su madre insistió: ¿Adónde fueron a jugar?”

Serena pensó un momento, se giró y señaló hacia las torres más allá del balcón: “El edifialto.”

Amelia siguió la dirección de su dedo y frunció ligeramente el ceño, sin poder evitar echar un vistazo a Marta.

Marta explicó por Serena: “El Sr. Ferrer la llevó a la compañía donde trabaja, a ese tal Grupo Esencia.

Arnelia no dijo nada.

Marta la expresión preocupada de Amelia y se apresuró a aclarar:

“Esta mañana estábamos en el centro comercial de al lado jugando y el Sr. Ferrer pasó por allí en su coche. Serena lo vio, se deslizó del tobogán y corrió hacia él. Él es un buen hombre, se bajó del coche para abrazarla. Iba a irse, pero Serena no parecía querer dejarlo ir, así que el Sr. Ferrer la llevó a su oficina.”

Capítulo 253

Amelia iniró a Serena y le preguntó suavemente: “¿Fuiste con el señor a la oficina?”

Usó intencionalmente la palabra “oficina”.

Normalmente, a Serena le gustaba jugar en su estuy Amelia siempre le enseñó a reconocer que “ese era el lugar de trabajo, así que aunque Serena no sabia qué era una compañia, si entendía qué era una oficina y asintió: “Sí.”

E! pregunto. Te divertiste en la oficina del señor?”

Serena asintió seriamente: “Si.

Luego, como si recordara algo importante, rápidamente se deslizó de las piernas de Amelia y corrió hacia el sofá para sacar una botella de leche de su bolsa.

“El señor, la leche.” Dijo Serena.

Amelia se sorprendió un poco: ¿El señor te preparó la leche?”

La niña asintió con seriedad.

Su madre inquirió: ¿Y te gustó?”

Serena asintió con la misma seriedad.

“Pero, ¿por qué estabas llorando hace un rato? ¿Extrañas al señor bonito?”, preguntó Amelia.

Serena dudó un momento y negó con la cabeza.

Amelia insistió, ¿Entonces por qué?”

“Bueno, es que… el otro señor… Serena frunció el ceño, luchando por no llorar de nuevo.

Ella sinun vuelco en el corazón y la miró con preocupación: “¿Te encontraste con otro señor, Serena?”

La niña asintió con tristeza. “Si. La señora bonitacargó y nos fuimos, pero yo solo quería estar con mi

mamá”

Marta explico lo que había sucedido:

“El señor Ferrer la llevo a su oficina y al princitodo estaba bien, pero creo que luego llegó su padre. Parece que a su padre no le cae bien Serena, la mirada que le la asustó y desde ese momento ella se sintió insegura. Después, el señor Ferrer le pidió a una chica muy bonita que sacara a Serena de la oficina y desde entonces la pequeña ha estado decaida, pidiendo volver a casa.”

Amelia podía imaginarse la escena con Eduardo apareciendo, y sintió un poco de pena por Serena mientras le acariciaba la cabeza.

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Pero sabia que ese no era el verdadero motivo de su llanto

Ella la abrazó y le preguntó suavemente: “¿Te puso triste que el señor le pidiera a la señora que te llevara afuera?”

Los ojos de Serena, que habían comenzado a recuperarse, mostraron signos de enrojecerse otra vez.

La niña asintió con tristeza. “Si.”

Amelia la abrazó con fuerza, acariciando su cabeza suavemente, luego mirándola a los ojos, le preguntó en voz baja: “Serena, crees que ese señor ya no quiere estar contigo, ¿verdad?”

Serena dudó un momento y luego asintió.

Amelia la abrazó más fuerte, acariciando su cabello y luego mirándola a los ojos, le dijo con calma y seriedad: Serena, si yo te acompaño a la escuela y tienes que hablar con la maestra, ¿eso significa que no quieres estar conmigo?”

Serena negó con la cabeza inmediatamente.

Capitulo 253

“Ves, dijo Amelia, abrazándola tiernamente, bajando la voz y mirándola fijamente a los ojos, “el señor bonito necesitaba hablar con el otro señor, entonces tuvo que responderle primero y no podía prestarte atención en ese momento. Es igual que cuando tú necesitas responderle a tu maestra y no puedes prestaatención por un rato, pero eso no significa que noquieras, ¿verdad? El señor tampoco quiere dejarte de lado, ¿entiendes?”

Serena, con los ojos bien abiertos, parecía un poco confundida pero a la vez como si hubiera entendido. El dolor que sentía comenzó a desvanecerse lentamente.

Ella asintió suavemente: “Si.”

Luego, con algo de vergüenza, se giró y enterró su cara en el cuello de Amelia, abrazándola con fuerza.

Amelia también la abrazó fuerte, permitiéndole que se relajara, sintiendo su corazón llenarse con los mimos de la pequeña.

Pero debajo de esa satisfacción, un mar de emociones complejas e indescriptibles comenzaba a surgir: la sorpresa de Serena al ver a Dorian, la desilusión cuando la llevaron fuera de la oficina, la inquietud al ver a Eduardo y el despreen sus ojos, todos esos sentimientos se mezclaban en su mente.

Serena, exhausta después de jugar tanto y con el llanto, se quedó dormida en los brazos de Amelia.

Ella la llevó de vuelta a su habitación, la acomodó en la cama con cuidado y la arropó, antes de salir de puntillas. Al ver a Marta, no pudo resistirse y le preguntó:

“Marta, ¿qué piensas tú sobre cómo trata el señor Ferrer a Serena?”