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La voz de Fabiana era aguda y alta, capturando de inmediato la atención de todos los presentes.
La seguridad en su tono hizo que Amelia volviera en sí, su expresión estaba entre confundida y perdida, pero no soltaba la mano de Fabiana.
“Esto te lo di yo,” dijo Amelia, con su voz aún quebrada por la emoción, “te lo di para que buscaras a mis papás, pero te fuiste con él y nunca volviste.”
Dorian dirigió una mirada cortante hacia Fabiana, como si sus ojos fueran cuchillos.
Fabiana segula mirando a Amelia y sus ojos se abrieron desmesuradamente por el pánico, al ver a la chica delante de ella, confundida pero capaz de describir con precisión lo que había pasado en aquel
entonces.
Ellas se conocían desde hace años, claramente Amelia no se acordaba antes, ni siquiera reconocía la pulsera, ¿cómo podría recordarlo ahora?
Además, justo ese día, Cintia le había dicho que Amelia había perdido la memoria, ¿cómo podía recordar aquel evento que solo ellas dos conocían?
“Amelia,” Fabiana intentó llamándola por su nombre, “no puedes hablar a la ligera, llevo esta pulsera desde que tengo memoria, ¿cómo podría ser tuya?”
Esa certeza mezclada con confusión hizo que la razón de Amelia, atrapada en sus recuerdos desordenados, se fuera reafirmando poco a poco.
Miró la pulsera en su mano y luego a Fabiana.
Le había llamado Amelia, entonces la conocía, incluso parecían ser íntimas.
Follow on NovᴇlEnglish.nᴇtSi eran tan cercanas y si los fragmentos desordenados que había recordado eran reales, ¿cómo podía permitir que esa pulsera siguiera en su posesión?
Ella podía sentir la tristeza y desesperación de la niña con el abrigo de plumas blanco en su memoria
confusa.
Amelia miró a Fabiana con los ojos nublados por las lágrimas y un destello de duda se apoderó de ella, aflojando su agarre en la mano de la chica. Pero al instante, el brazo que había soltado fue fuertemente agarrado por una mano amplia y firme.
La voz de Dorian resonó a su lado.
“Sin duda, es tuyo.”
Amelia se giró confundida; Dorian había llegado junto a ella sin que se diera cuenta, con una mano sostenía el brazo de Fabiana a trayés de la tela y con la otra le quitó la pulsera de su muñeca, con un
rostro frío y distante.
Fabiana se puso pálida al instante.
Los recuerdos de las veces que Dorian la había amenazado poniéndole una mano en el cuello se
cernieron sobre ella.
Él la miró fríamente: “¿Qué pasó exactamente en aquel entonces?”
Su voz no era alta, pero bastó para que Fabiana sintiera que la asfixiaba.
Con la cara pálida, negó con la cabeza sin cesar: “No lo sé. He tenido la pulsera desde que tengo
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memoria.”
Se aferró a la idea de que había estado con ella desde siempre, después de todo, habían pasado muchos años desde entonces y Amelia había olvidado lo sucedido, era posible que ella también lo hubiese olvidado.
Dorian la miraba fríamente: “¡Estás mintiendo!”
“No, de verdad no recuerdo,” Fabiana rompió en un llanto descontrolado, negando con la cabeza frenéticamente, las lágrimas y palidez en su rostro le daban un aspecto desamparado, “de verdad, la tengo desde que tengo memoria.”
Su colapso atrajo a más y más personas.
Cintia había estado esperando a Fabiana en el restaurante y preocupada por no verla regresar, había salido a buscarla, al verla llorando y aterrorizada en mede la multitud, se apresuró a acercarse. Justo cuando iba a intervenir en su ayuda, se detuvo en seco al ver a Dorian del otro lado, su mano que había estado despejando el camino para acercarse se congeló en el aire, dudando en continuar.
Amelia que la multitud crecía y que algunos incluso sacaban sus teléfonos para grabar. Parecía que Dorian y ella estaban acosando a Fabiana. Preocupada por el impacto que esto podría tener en Dorian y el Grupo Esencia, tiró ansiosamente de sus dedos.
“Tal vezequivoqué,” se apresuró a decir, tomando la pulsera de las manos de Dorian para devolvérsela a Fabiana, “lo siento, yo…”
“No te has equivocado.” Dorian la interrumpió y evitó que entregara el objeto, “Tampoco tienes que disculparte. Yo mismo diseñé la pulsera y la mandé a hacer a medida, tengo el recibo, además, tu nombre está grabado en el interior, yo lo escribí. También tengo fotografías que lo prueban.”
En cuanto terminó de hablar, los curiosos que habían estado murmurando y señalándolo quedaron sorprendidos, dirigiendo sus miradas hacia Fabiana, quien lloraba como si fuera la víctima de una injusticia.
Fabiana seguía con esa expresión de llanto desconsolado, negando con la cabeza desesperadamente: “De verdad no lo sabía, desde que tengo memoria siempre estuvo conmigo, realmente pensé que era
mía.”
Follow on Novᴇl-Onlinᴇ.cᴏmDorian simplemente torció la boca con indiferencia ante las mentiras que decía tan fácilmente.
No la presionó, solo la miraba sin expresión alguna mientras se hacía la víctima.
Fabiana apenas se atrevía a moverse, sintiendo una opresión cada vez más fuerte bajo su mirada, pero sin atreverse a dar ni un paso, solo podía seguir llorando. No era para dar lástima, de verdad tenía
miedo.
Le tenía miedo a Dorian.
Justo en ese momento, la multitud comenzó a agitarse y un hombre corpulento se abrió paso entre la gente, acercándose rápidamente a Fabiana con el rostro tenso.
Amelia miró al hombre por instinto, frunciendo el ceño.
Ella lo reconocía; se lo había encontrado hace poco en el ascensor del Hotel El Tesoro y él la había
mirado de una forma extraña.
WEL O
Fabiana también levantó la vista hacia el hombre que se acercaba.
Cuando llegó a su lado, rápidamente la tomó del brazo, poniéndola detrás de él para protegerla.
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Capitulo 703
Dorian levantó la vista, mirando con calma al hombre que tenía delante.
Otto Samper, el hermano de Fabiana en términos legales.
Él lo conocía.