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¡Sorpresa! Tuve Cuatrillizos con Mi Desconocido Esposo

Capítulo 1043
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Capítulo 1044 Incluso él, siendo su padre, no podía ver con buenos ojos a su hijo Patricio.

Pasaba los días sin hacer nada productivo, siempre holgazaneando, sumergido en el videl juego, la bebida, la prostitución, y el tabaco. ¡Lo tenía todo! Era de la misma edad que Joaquín, pero en comparación, no llegaba ni a sus talones. ¡Era un completo inútil, un tonto! ¡Ni siquiera tenía el coeficiente intelectual o la inteligencia emocional de Perla! Si no fuera por ser el primogénito, ini siquiera querría tenerlo! Don Gil estaba a punto de decir algo cuando de repente, Patricio, con un "plum" sonoro, se arrodilló.

¡Y justo frente a Joaquín! Como si estuviera inclinándose ante él.

Don Gil: "¿¡!?" Joaquín: "¿¡!?" "¿Qué haces?!" Don Gil, sintiéndose humillado, golpeó el suelo con su bastón, furioso.

Patriestaba igual de confundido y rápidamente se levantó.

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Pero justo al hacerlo, volvió a caer "plum” al suelo.

¡Esta vez no solo se arrodilló, sino que también le un cabezazo a Joaquín! Joaquín, con el rostro tenso, lo miraba con sospecha, sin entender qué estaba haciendo.

Don Gil estaba furioso, levantó su bastón y comenzó a golpearlo, "¿Qué pasa contigo?, ¿qué significa que te arrodilles ante Joaquín? ¿No te da vergüenza? ¡Levántate!" "No es eso, papá, yo no quería arrodillarme, yo..." "¡Levántate!" Sin embargo, apenas Don Gil terminó de hablar, de repente sus rodillas flaquearon y él también cayó "plum" al suelo.

Joaquín se sorprendió y por instinto se movió a un lado.

Aunque Don Gil era un hombre despreciable, era bastante mayor, Joaquín no quería recibir acusaciones de no respetarlo.

Patricio, con los ojos bien abiertos, miró a Don Gil, “¡Papá, tú también te arrodillaste?!" Don Gil miró a su alrededor, su rostro oscureciéndose.

El dolor en la rodilla lo había hecho arrodillarse sin darse cuenta.

Pero mirando alrededor, no nada inusual.

"Papá, debe ser que hemos sido maldecidos. ¡Debemos llevarnos a Octade aquí inmediatamente, esta familia Ortega trae mala suerte!" "Cállate y ayúda levantarme." Patrirápidamente ayudó a Don Gil a ponerse de pie.

Ledo, parado en la escalera, jugueteaba con un canica, con una sonrisa en su rostro.

Laín y Luca sabían que había sido él, le echaron un vistazo y le dieron un guiño de aprobación.

¡Bien hecho! Don Gil, con el rostro tenso, se sacudió el polvo de las rodillas, recuperando su compostura, y le dijo a Joaquín, "Vamos al grano, quiero llevaa estas tres personas, ¿estás de acuerdo o no?" "¡No estoy de acuerdo!" Joaquín respondió sin pensarlo.

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Patriinterrumpió, "Te advierto, Joaquín, ¡Octaes mi futuro yerno! Escucha bien, un yerno es como mehijo, si intentas impedillevármelo, ¡no te la vas a acabar conmigo!" "¿Futuro yerno?" "Sí, Octaha estado saliendo en secreto con mi hija a tus espaldas. ¿No te enfurece eso, que el niño que criaste ahoravaya a llamar papá? ¡Ja!" ¿Enfurecerse? ¡Ja! Estaba enfadado, pero no porque Octafuera a ser yerno de Patricio, sino porque no podía creer que hubiera criado a un traidor.

¡Si hubiera sabido, lo habría dejado valerse por sí mismo desde pequeño!

"Cuando haya vengado a Lola, personalmenteencargaré de que alguien te lo entregue. Ustedes, los GH, mejor que se queden con él para siempre, que nunca se separen!"

"Por supuesto que no nos separaremos, Octaes muy respetuoso conmigo, satisfestoy muy Làstima que tu hija ya no esté, no podrás experimentar la alegría de ser suegro, nunca sabrás lo que se siente." Patricio, sumido en sus pensamientos, dijo, "Cuando mi hija Nana y la tuya nacieron el mismo día en el mismo hospital, pensé que cuando llegara el momento de escoger a un yerno, tendría que ser muy selectivo.

¡El yerno de PatriGil debe ser mil veces mejor que el de Joaquín Ortega! Qué pena que tu hija ya no esté, no podrás traer un yerno a casa, y no podremos comparar. ¡Ah, qué pena no poder darte una lección!"

Joaquín frunció el ceño, su hija Alma siempre había tenido sólidos om principios. Si aún estuviera viva, seguramente habría escogido a un hombre excepcional como compañero. Jamás recurriría a alguien como Octavio, jun ingrato! Sin embargo, no tenía fuerzas para rebatir.

Si ya no tenía hija, ¿cómo hablar de un yerno?