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¿Tuvimos un hijo

Capítulo 233
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— ¡Eso fue un carro deportivo con un valor de un par de millones! Si hubiera causado al menos un

rasguño le hubiera dado un beso de despedida a mi carro y mi dinero—dijo Anastasia, consciente de

los riesgos Elías estaba sin palabras. —Que importa. Sólo conduce como se supone. Yo pagaré el

daño si es que pasa algo malo— su cara se volvió más oscura antes de que él le preguntara a la

señorita en el interior si ella se olvidó quien estaba sentada a su lado. «Oh, vamos, soy alguien que va

a asegurarse de que todo resulte bien para ella. ¿Enserio ella se olvidó quién está sentado a su

lado?» — ¿Qué pasa? ¿Tienes miedo de ser mi pasajero?—Anastasia soltó una risa con ironía. Elías

sabía que las bromas de ella no tenían remedio y a pesar de eso se sintió feliz ya que nadie lo había

hecho sentir tan relajado en mucho tiempo. Cuando se detuvieron en el semáforo, Anastasia se dirigió

al hombre y dijo: —Presidente Palomares, hay una caja de pañuelos que me dieron de cortesía.

¿Podrías pasarme dos de ellos? Gracias. Elías tomó la caja y le dio dos pañuelos. El sudor cubría su

frente y ella de inmediato los tomó para limpiarse. Al hombre le causó risa ver su verdadero y extraño

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ser. Un momento después, Anastasia condujo su auto hasta el estacionamiento subterráneo del

estudio de joyería Burgués. Con ayuda de Elías logró estacionarse en la sección vip, el cual estaba en

la misma sección que Elías. —Este será tu espacio de ahora en adelante—dijo Elías mientras abría la

puerta del auto y salía del vehículo Cuando Anastasia salió del auto, comenzó a sentir dolor en la

espalda y en sus hombros, sus piernas se sentían adormecidas. Movió en círculos sus hombros para

relajar los músculos de sus hombros, además hacer como patadas al aire para estirar sus piernas.

Mientras tanto, Elías tuvo que apartar la mirada, ya que no pudo contener su risa. Pensó en que no

debía de hacerla pasar vergüenza sólo por verla así. Cuando el elevador llegó al sexto piso, Anastasia

dio un paso hacia afuera y se giró para ver cruzar la mirada del hombre detrás de ella por

coincidencia. En ese instante, ella sintió su corazón latir con fuerza mientras decidió caminar lejos.

Luego entró a la oficina de Fernanda y le dijo que ella también consiguió un auto temprano. Ella la

invitó junto con otras asistentes para almorzar al día siguiente en la tarde para celebrar por su nuevo

auto. Unos momentos después, anastasia regresó a la oficina antes de que Alexis entrara de forma

hostil. — ¿Dónde está mi boceto, Anastasia? —Hablé con Fernanda sobre eso y me permitieron

enviarlo mañana. —Eso es aplazar las cosas. Estás abusando de tu poder porque crees que tienes el

privilegio de hacerlo—Alexis procedió a poner las manos en el escritorio, haciendo que Anastasia se

sintiera ridiculizada—. No creas que vas a ganar luego de seducir al presidente Palomares y robar su

corazón. —Bueno, toma tiempo ganar todo, ¿sabes? ¡Hablando de eso, no creo que mi capacidad se

compare con la tuya de ninguna manera!—Anastasia se cruzó de brazos refutando las palabras de

Alexis. —Una verdadera mujer nunca necesita de un hombre para lograr el éxito. ¡Eres una vergüenza

para las mujeres!—Alexis humilló a Anastasia. — ¡Cuida lo que dices! Más te vale mostrarme respeto

—Anastasia se levantó y se fijó en Alexis. —Si quieres que alguien te muestre respeto, asegúrate de

comportarte. Todos en la compañía saben que el presidente Palomares tiene novia y tú no dejas de

convivir con él todos los días. ¿Sabías que te considero una cualquiera, Anastasia?—Alexis fijó su

mirada en Anastasia de forma sarcástica, aun así sus ojos estaban llenos de envidia y celos. Por otro

lado, Anastasia estaba consciente de que su relación con Elías era el hazmerreír de la compañía, pero

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sólo ella sabía que no había hecho nada para seducir a Elías. Por lo que no tenía opción que soportar

con el malentendido y el desdén de todos hacia ella. — ¡Apártate de mí vista! Tengo todavía trabajo

que hacer—Anastasia de inmediato cortó con la discusión mientras Alexis se alejaba en son de

victoria. Después de todo, sólo pasó por la oficina de Anastasia para ponerla con los nervios de punta

y así jugar con sus emociones. Posteriormente, Anastasia le dio una llamada a Óliver quince minutos

antes de que pudiera dejar el trabajo y habló sobre la cena que iban a tener juntos esa noche. —

Anastasia, dije que me retiraría más tarde después del mediodía entonces estoy listo para ir a dónde

sea. — ¿De verdad? Entonces iré por ti ya que tengo auto nuevo—Anastasia terminó de decir e hizo

burla de sí misma—. Bueno, sólo si no le tienes miedo a una conductora mujer. —No hay problema,

no le tengo miedo a nada. Iré a tu oficina ahora mismo. —Claro, te espero—Anastasia sonrió y colgó

la llamada. En cuanto Óliver llegó, Anastasia bajó hacia el estacionamiento subterráneo con él. Oliver

subió al auto mientras que ella cambió la modalidad de su teléfono a manos libres para escuchar

música. Luego de conducir por primera vez en el camino con Elías a su lado, ella se sintió menos

nerviosa ahora que volvía a tener el volante en las manos. Sin mencionar, que ya había pasado la

hora pico. Su camino fue suave hasta que llegaron al jardín de niños de su hijo.