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¿Tuvimos un hijo

Capítulo 56
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Capítulo 56

Anastasia no se sintió nada optimista, a pesar de permanecer calmada y racional. Estaba en el asiento

del pasajero dentro del carro de Elías mientras se encaminaban hacia la compañía. Ella se encontraba

ansiosa y las lágrimas se acumulaban en sus ojos. Mantenía su agarre en el teléfono de Maya, puesto

que esperaba que su padre la llamase en cualquier momento con buenas noticias.

-Tu hijo siempre ha parecido ser muy inteligente, así que estará bien –consoló Elías.

Él esquivó tantos carros como pudo con una maestría sobre el volante para llegar tan pronto como

fuese posible al edificio Burgués. Cuando al fin arribaron, Anastasia abrió de golpe la puerta del

pasajero y se apuró hacia las escaleras; sin embargo, debido a su prisa, se tropezó y cayó. Sintió un

dolor en su pierna izquierda al golpearse en una esquina de las escaleras. El dolor se elevó por toda la

zona afectada. Lo sintió tan fuerte que no pudo ponerse de pie por un rato hasta que un fuerte brazo

rodeó su cintura y la levantó

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Elías quiso revisar sus heridas, pero ella se encaminó tan rápido como pudo para subir, aunque fuera

cojeando. Cuando ya estuvo en la puerta, la comenzó a tocar con insistencia y nerviosa. El guardia de

seguridad la reconoció y se apuró para abrirle, aunque se sorprendió más al ver a Elías detrás de ella.

Después de eso, ella camino hacia el elevador, en donde presionó el botón para el piso deseado

mientras temblaba y la sangre le recorría la pierna. Por su parte, Elías la miró con la cabeza fría. Se

metieron juntos al ascensor en cuanto llegó.

– Alejandro estará bien. Alejandro estará bien. Aunque es joven, es muy inteligente… Mi hijo no está en

problemas, no lo está –murmuraba y repetia Anastasia, perdiendo la cabeza sin poderlo evitar, además

de que su cuerpo estaba a punto de colapsar.

Muy en el fondo de Elías, surgió una preocupación que ni el mismo fue capaz de ser consciente de ello.

Anastasia salió corriendo del elevador en cuanto llegaron al piso del departamento de diseño y se dirigió

directo a su oficina. Una vez ahi, marcó a su propio número desde el teléfono de Maya y pudo escuchar

el tono de su celular provenir desde una esquina del sillón. Lo ubicó después de buscar por unos

momentos y tomó el aparato con manos temblorosas. Cuando lo desbloqueó, vio que tenia 16 llamadas

perdidas, unas de su padre y otras de un número desconocido, el cual la había intentado contactar

múltiples veces. Contuvo su respiración mientras regresaba la llamada. No tardó mucho antes de que la

otra linea conectara.

-¿Hola? —contestó una voz femenina. Sonaba muy joven, aunque amable.

-Hola, ¿un niño marcó a este número desde su teléfono?

– Así es. ¿Usted es la madre del niño?

-Lo soy. ¿Mi hijo está con usted?

-Si, le dije que la esperara en mi tienda. No se preocupe, se encuentra bien y lo he estado cuidando.

-Estoy bien, mami. No te preocupes. -En ese momento, pudo escuchar la tierna voz de hijo y Anastasia

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al fin pudo respirar aliviada.

– Alejandro… mi bebé… iMi pequeño! ¡Gracias al cielo! Iré a recogerte en este instante. –

Anastasia sintió un tumulto de emociones encontradas, mientras sus lágrimas se deslizaban por sus

mejillas.

– No llores, mami. Estoy bien -consoló el pequeño a su mamá desde el otro lado de la linea.

-Señora, le enviaré la ubicación de nuestra tienda. iPor favor, venga pronto! -habló de nuevo la joven.

-iSí, gracias! Iré en seguida.

Anastasia colgó y, de inmediato, comenzó a sentirse mareada. Ya que se había calmado. la sangre

comenzó a correr por todo su cuerpo, en especial hacia su cabeza, lo que la hizo experimentar diversos

mareos. Por puro instinto, extendió su mano para tratar de apoyarse de algo. Lo que terminó por agarrar

fue el brazo de un hombre para evitar caerse.

Al siguiente instante, otro brazo la rodeó por su cintura para que se recargara sobre un pecho firme. Ella

no se resistió porque necesitaba apoyarse en él. Solo se esperó a que los mareos pasasen. Mientras

bajaba la mirada, Elías miró hacia la mujer, quien respiraba con mucha fuerza en sus brazos. Su rostro

estaba pálido y tenía una inusual expresión de vulnerabilidad. Lucía muy distinto a su apariencia usual y,

en ese momento, parecía que necesitaba de alguien quien la protegiese.